Elogiada por su obra profunda y delicada, reconocida con importantes distinciones y cargada de proyectos, el 2014 definitivamente fue un año redondo para la escritora chilena María José Ferrada. Pero ella se toma el éxito con calma. La misma que transmite con su hablar pausado y modo atento: “Siempre los premios significan mayor visibilidad para los libros y finalmente lo que una busca es que la historia que quieres contar llegue a otras personas, así que creo que el año pasado fue eso, una oportunidad de mostrar a más personas mi trabajo”, explica.
Y es que dos de sus libros publicados en el 2013 la convirtieron en la autora chilena de libros para niños y jóvenes más premiada del momento. Niños –un poemario en el que rinde un homenaje a los niños y niñas ejecutados o desaparecidos en la dictadura chilena–, recibió el Premio Academia, con el que la Academia Chilena de la Lengua distingue a la mejor obra literaria publicada en Chile, y también el Premio Municipal de Literatura otorgado por la I. Municipalidad de Santiago, en la categoría Juvenil. Notas al margen, en tanto, le valió el Premio Marta Brunet, que otorga el Consejo Nacional del Libro y la Lectura a la mejor obra de literatura infantil, y la Medalla Colibrí, de IBBY Chile.
Recibiste una verdadera avalancha de premios. ¿Hubo alguno que te haya emocionado especialmente?
Todos fueron importantes, una alegría, pero el que más me emocionó fue el Premio Academia. Primero, porque es un premio al que no se postula, por lo tanto cuando te llaman es una sorpresa, y porque además es un reconocimiento que se ha otorgado pocas veces a libros para niños. En el jurado había gente a la que yo admiro, entonces lo sentí como un honor.
El 2012 recibiste también el Premio de Poesía Ciudad de Orihuela con El idioma secreto. Entonces el jurado dijo que esa obra es “un canto a la infancia” y un valioso aporte al género de la literatura infantil. ¿Cómo recibes esos contundentes elogios a tu trabajo?
Los recibo con mucha alegría, claro, pero también intento tomarlos con calma. Lo mismo que las críticas. Una vez una ilustradora española que no había quedado contenta con el resultado de un libro me dijo que se había tranquilizado cuando había mirado la cantidad de libros que había en la librería. Creo que esa es una imagen que te permite llevar con bastante alegría este oficio.
Derribando muros
María José es periodista de profesión y máster en Estudios Asiáticos. Actualmente combina la escritura con su trabajo como editora de Chile para Niños, el portal para niños de la Biblioteca Nacional.
Tienes una conexión muy especial con la cultura japonesa. ¿De dónde nace y cómo ha influido en tu visión de las cosas?
Me gusta mucho la cultura japonesa, siempre la estoy estudiando. También yo me pregunto de dónde nace eso y no lo sé. Creo que debe haber influenciado en algo mi manera de escribir. Las lecturas, y sobre todo la interacción con otras culturas y todas las preguntas que se abren a partir de esos encuentros, van quedando en tu trabajo.
Tu poesía es delicada e intensa al mismo tiempo. ¿Se parece un poco a ti?
Es difícil la pregunta porque una no se sabe definir muy bien, pero creo que puede ser que tenga esas características… Ahora que lo dices, creo que sí.
¿En qué momento de tu vida descubriste que querías escribir?
Debe haber sido cuando aprendí a escribir, porque recuerdo que disfrutaba mucho haciendo las primeras composiciones que me enviaban de tarea en el colegio. Usaba en ellas una estructura que es bien similar a la de algunos de mis libros que abren y cierran con un poema casi idéntico (en el caso de las composiciones eran frases idénticas al inicio y al final). Entonces creo que la escritura ha tomado espacios e intensidades diferentes en distintos momentos de mi vida, pero desde que la aprendí ha estado ahí como algo importante.
¿Cómo se gestó la publicación en España de tu primer libro, Un mundo raro?
Ese libro fue muy importante para mí, vino después de 12 historias minúsculas de la tierra, el cielo y el mar –una autoedición que hicimos el año 2005 con la ilustradora Karina Letelier– y lo publicó Kalandraka, una editorial española que tenía en su catálogo libros que a mí me gustaban mucho. Y se gestó como he intentado que se gesten todos mis proyectos: buscando el correo que dice “enviar manuscritos” y enviando el mío.
La poesía es un género bastante ausente en la LIJ chilena. ¿Cómo recibieron tus primeras propuestas las editoriales nacionales? ¿Tuviste que derribar algún muro al comienzo?
Claro, más aún tomando en cuenta que la mayoría de mis trabajos están escritos en prosa poética y la literatura infantil es muy rígida: escribes poesía que rime o escribes cuento. Lo mío no encajaba en esas categorías. Publiqué en Kalandraka, en Oxford University Press y en Jinete Azul antes de publicar el primer libro acá, y no fue porque no enviara manuscritos.
¿Y los niños –según lo que has podido ver en tus visitas a colegios y lanzamientos–, cómo viven y experimentan tu poesía?
Esa es una de las partes más divertidas de este trabajo. Porque la opinión de los niños es muy sincera; tienen pocas palabras para expresarse, entonces son más intensos y rotundos, en el buen sentido de esas palabras. Si les gusta tu poema, hacen uno propio y te lo regalan. Lo mismo si no les gusta, te lo dicen y ya está, no tienen problema con eso.
Mirada poética
Editado por Grafito y con ilustraciones de Jorge Quien, Niños es un libro que no deja a nadie indiferente. Ni siquiera a su autora, a pesar de que ya ha pasado bastante tiempo desde su publicación. “Es un libro que fue difícil en su ejecución y que sigue siendo difícil. Me cuesta hablar de él. En la poesía tienes un espacio de silencio que no tienes en el habla cotidiana, la poesía te está diciendo todo el tiempo que hay una gran precariedad en las palabras, pero aun así intentas transmitir esa experiencia: la experiencia de la ausencia, en el caso de la desaparición o muerte de niños durante la dictadura chilena. Cuando he tenido que explicar ese libro me ha costado por lo mismo: el discurso cotidiano, con el que hablo contigo en esta entrevista, no es capaz de dar cuenta de un hecho tan irracional. La muerte de estos niños fue irracional y no habla de lo malos que fueron los militares –que lo fueron– sino del ser humano que tiene oscuridades tan profundas”.
María José recuerda que alguien nombró el tema en una conversación al pasar y comenzó a investigar, con ayuda de personas que trabajaban vinculadas en temas de derechos humanos. Así el libro comenzó a tomar forma.
Imagino que escribirlo no debe haber sido fácil…
No fue fácil. Pero hay otros libros que tampoco me han resultado fáciles. En este caso fue más delicado porque tomé la voz de esos niños. Siempre me quedará la duda de si tenía o no permiso para hacer eso. Por una parte, hay dolores muy grandes involucrados, pero por otra, me parece que hay una deuda con su memoria. Ellos no están para responder.
Notas al margen es un libro enigmático, que al contrastar recortes de prensa con poesía tiene un pie en la realidad y otro en la fantasía. ¿De dónde nació la idea?
En ese libro le debo bastante a la editora de Alfaguara de esa época, Ángeles Quinteros, porque la verdad es que eran ejercicios de escritura que yo hacía en base a noticias. Debo haber tenido unos tres o cuatro cuando ella los vio y me animó a hacer el libro.
¿Con qué criterios seleccionaste las noticias que finalmente se publicaron? ¿Qué buscabas transmitir?
El criterio era el margen, por eso el título. Lo que buscaba transmitir es que en el mundo pasan cosas cada día, cosas divertidas y cosas terribles. Y mientras tanto, nosotros solo estamos pendientes de lo que nos pasa a nosotros, lo que sentimos nosotros, lo que queremos nosotros; creo que hay algo un poco peligroso en esa mirada porque el mundo es bastante más. De eso, creo que sin decirlo explícitamente, habla ese libro.
¿Qué proyectos tienes en mente para el 2015?
El 2015 viene con varios libros, pero dos que estoy esperando especialmente. El primero es la reedición que hará Zig-Zag de mi primer libro, 12 historias minúsculas de la tierra, el cielo y el mar. También por primera vez uno de mis libros, El lenguaje de las cosas, será publicado en Italia. Las dos cosas me emocionan mucho.
Fuente: Revista Había Una Vez